“La sociedad de la nieve” y el equipo de Dios ⎪ Por Carlos Samuel Mansilla

“La sociedad de la nieve” y el equipo de Dios ⎪ Por Carlos Samuel Mansilla


El 12 de octubre de 1972, un vuelo con 45 personas partió desde Montevideo, Uruguay, hacia Santiago, Chile. Al día siguiente se estrelló en la cordillera de los Andes. Sólo 16 regresaron a sus hogares. 


“Fueron 14 días de desesperante trabajo en tratar de sobrevivir contra las inclemencias del tiempo. No había segundos para dudar. La tormenta constante contra los cuerpos no cesaba de esgrimir sus latigazos. El grupo de personas de distintos orígenes de a poco se transformó en un equipo de trabajo en pos de la supervivencia. Un liderazgo fuerte los mantuvo unidos ante el hambre, frente al cansancio por causa del esfuerzo sobrehumano y ante el letal desánimo. El trabajo en equipo los llevó a conseguir el objetivo impensado: Sobrevivir".

Los que vieron la película La sociedad de la nieve, leyeron el libro o están informados sobre la tragedia de los Andes, se habrán dado cuenta que el pasaje anterior no corresponde a dichos hechos. Los 14 días mencionados arriba son una referencia al naufragio del apóstol Pablo en el capítulo 27 del libro de los Hechos de los apóstoles (Hechos 27:13-44). Las similitudes se deben a que ambas son historias de hechos trágicos, con protagonistas que lucharon por sobrevivir, que debieron tomar decisiones extraordinarias para salir adelante en medio de una tragedia. 

Trabajo en equipo. 

Las siguientes son declaraciones de Roberto Canessa, sobreviviente del avión caído:  

“El grupo se iba transformando en un solo organismo, incluso los que casi no podían moverse, por la falta de oxígeno y el mareo, o los más lastimados y malheridos. El equipo se iba consolidando con las mejores ideas, creando los elementos imprescindibles para sobrevivir (…) Cada uno aportaba lo que podía pero con una actitud singular y diferente: todos estaban dispuestos a dar su máximo y nadie exigía créditos por el trabajo, sino que se integraba a la masa anónima del equipo, multiplicando más que sumando” (1). 

Canessa dijo en un reportaje publicado en 1973, días después del accidente, lo siguiente: “Hicimos de un grupo de desahuciados un equipo que se disponía a ganarle a todas las dificultades. Y lo logramos” (2). Formaron un equipo y lo hicieron con un grupo de personas de distintas familias y vivencias, con aspiraciones y objetivos opuestos, todo disímiles entre sí. 

Lo que diferencia a un “equipo” de un “grupo” es justamente lo que estos valientes realizaron casi de manera natural: Ser un sólo organismo, tener un objetivo mancomunado, estar dispuestos a dar lo máximo con total humildad, una masa anónima multiplicando esfuerzos. Pablo Vierci, autor del Libro: La sociedad de la nieve, retrató el testimonio de los protagonistas en primera persona y registró lo dicho por Nando Parrado: “…todos dieron el máximo y nunca fuimos mejores hombres que en la montaña. Diez minutos después del accidente (…) ya actuábamos como un equipo, con responsabilidades, organización y eficacia” (3). 

El equipo de Dios.  

Si prestamos atención al evento bíblico en el que Pablo protagoniza la tormenta perfecta, encontramos grandes similitudes con La sociedad de la nieve. Cuando un equipo tiene personas resilientes y con capacidades de liderazgo, la esperanza emerge con resultados inimaginables a pesar de las circunstancias extremas. 

La confianza total en Dios es otra similitud digna de destacar. El apóstol Pablo tenía plena confianza en Dios, de la misma manera Dios también ocupaba el primer lugar en varios de los protagonistas del avión. El periodista Cherquis Vialo escribió de ellos: “…en un ranking de factores que ayudaron a su proeza, el deporte ocupó el segundo lugar. El primero lo ocupó Dios” (4). En el mismo reportaje leemos lo que Pancho Delgado, otro sobreviviente, decía constantemente en la altura de la nieve: “Dios es nuestro referí y nos está dejando jugar; él y sólo él dará por terminado el partido. Mientras tanto hay que luchar para ganar”.

Javier Methol, claramente expresó: “Si Dios nos permitió permanecer con vida, es porque tenemos una misión que cumplir”, y confirmó: “Eso lo demuestra Cristo, que nos quiere a todos por igual. Yo hablo de Dios, de Cristo, porque lo que otros llaman destino o espiritualidad para mí tiene ese nombre” (5).  

Dios tiene el control. 

La situación muchas veces nos desborda y suele ser en los casos extremos y críticos donde la verdadera personalidad e identidad emerge. En la embarcación junto al apóstol Pablo había comerciantes, presos y soldados y todos ellos recibieron el favor de Dios por causa de un liderazgo basado en la fe, por una persona que armo un equipo bajo las riendas de Dios. De la misma manera, todos en la nieve participaron junto a los designios de Dios, direccionados por la esperanza de quienes se aferraron a la fe. Así lo explicó magistralmente Rodolfo Strauch, otro de los sobrevivientes: 

“En la montaña nadie se vanagloriaba de nada (…) se hacía para el conjunto y no había más recompensa que el bienestar del grupo. Y cuando no hay ego, tu cuerpo y tu mente funcionan como un radar muy sensible, se absorbe más de los otros, más del entorno, de la naturaleza, eventualmente de una fuerza superior, Dios, que en ese ambiente te llega de otro modo, porque cuando estás atribulado por las cuestiones cotidianas de la civilización no lo dejas ingresar” (6). 

Pablo glorificó el nombre de Dios frente a todos (Hechos 27:35), así como lo hicieron muchos en la aeronave. La historia de los sobrevivientes de la cordillera es un testimonio de la acción de Dios y del trabajo en equipo de aquellos que se apoyaron en la fe. Quienes vean la película que hoy está recorriendo el mundo pondrán a aprueba su sensibilidad hacia Dios o su indiferencia, y así como los protagonistas de esta tragedia cada uno deberá tomar una postura. 


  1. (1) Canessa, Roberto. Tenía Que Sobrevivir. Cómo El Accidente Aéreo En Los Andes Inspiró Mi Vocación Para Salvar Vidas. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Planeta, 2016.
  2. (2) Vialo, Ernesto Cherquis. “Reportaje a Dos Sobrevivientes Del Avión Uruguayo”. El Gráfico, Nº 2781, Enero. 1973. 
  3. (3) Vierci, Pablo. La Sociedad de La Nieve. Editorial Sudamericana S.A., 2008.
  4. (4) Idem (2).
  5. (5) Idem (3).
  6. (6) Idem (3).



Por Carlos Samuel Mansilla
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